domingo, noviembre 18, 2007

Palabras de una asceta hindú a punto de ser matado por un soldado inglés: "¡No me engañarás! ¡Tú también eres Dios!".

jueves, noviembre 15, 2007

La exigencia de la imitación de Cristo o sea, imitar el ejemplo y llegar a ser semejantes a éste, debiera tener como objetivo el desarrollo y la elevación del hombre interior; pero el creyente superficial, que tiende a las fórmulas mecánicas, ha hecho de Cristo un objeto de culto que está fuera del hombre, al que, precisamente por la veneración, se le impide penetrar en la profundidad del alma humana y crear la integridad correspondiente al modelo que sirve de ejemplo. De esta suerte, el mediador divino se queda en una imagen exterior, mientras que el ser humano continúa siendo un fragmento intacto en lo más profundo de su naturaleza. Sí, Cristo puede ser imitado hasta la estigmatización sin que el imitador se haya ajustado ni siquiera aproximadamente al modelo y el sentido de éste. Pues no se trata sólo de una imitación pura y simple, la cual deja sin transformar a la persona, con lo que se queda en un simple artificio. Antes bien, se trata de una realización del modelo con los propios medios —Deo concedente— en la esfera de la vida individual [...] [Imagen: Jung con Mircea Elíade]
La postura occidental, basada en el objeto, tiende a que el modelo de Cristo se quede en su forma objetiva, privándole así de su misteriosa relación con el hombre interior. Por ejemplo, este prejuicio motiva que los exegetas protestantes interpreten «entre vosotros», en vez de «en vosotros», la expresión εντος υμων, relativa al reino de Dios.
Psicología y alquimia.
Carl Gustav Jung

miércoles, noviembre 14, 2007

Lo no significante

Pregunta: en su Diario, se muestra extremadamente severo con una parte de la literatura y del arte modernos. Coloca en la misma categoría el nihilismo filosófico, el anarquismo político o moral y el arte no significante.
—Lo no significante me parece antihumano por excelencia.
Ser hombre es lo mismo que buscar la significación, el valor; inventarlo, proyectarlo, reinventarlo. De ahí que el triunfo de lo no significante, en algunos sectores del arte moderno, me parezca una rebelión contra el hombre. Todo es sequedad, esterilización. Y un tedio enorme. Acepto la esterilidad, el tedio, la monotonía, pero sólo como ejercicio espiritual, como preparación para una contemplación mística. En este caso, todo ello adquiere un sentido. Pero proponer lo no significativo como objeto de «contemplación» y de fruición estética, es cosa que no acepto, algo contra lo que me sublevo. Comprendo que muchas veces se trata de un grito de alarma lanzado por ciertos artistas contra la insignificancia de la existencia moderna. Pero repetir hasta el infinito ese mensaje y acrecentar lo no significante es algo cuyo interés no alcanzo a ver.
P: También rechaza la fealdad en el arte. Pienso en lo que dice de Francis Bacon, por ejemplo.
—Entiendo muy bien por qué ha elegido la fealdad como objeto de su creación plástica. Pero al mismo tiempo me resisto a esa fealdad justamente porque la vemos en todas partes, en torno a nosotros, ahora más que nunca... ¿Por qué añadir fealdad a esa fealdad universal en la que cada día nos vemos un poco más inmersos?
La prueba del laberinto
Mircea Elíade

martes, noviembre 13, 2007

Salarrué Universal


A veces, un demonio es una creación elemental de alguien que creyendo usar su creación para salvarse termina por caer en su poder, como víctima, precio pagado por la curiosidad, la imprudencia y la necedad. Sabía él el postulado de la Magia, de que todo creador de un demonio termina por caer en poder de su creación. Exactamente lo que al hombre del siglo XX ha ocurrido con la invención de la máquina, la exterminadora de hombres, máxime si enfocamos el sector de la lucha de naciones contra naciones, donde este elemental de hierro y acero devora a sus creadores por millares.
Catleya Luna
Salarrué

domingo, noviembre 04, 2007

La Pregunta


John Bennett:

Supongamos que una corporación, con un personal científico y técnico altamente cualificado, se apodera de una máquina hecha por un competidor, tan nueva que nadie ha visto hasta entonces nada que se le parezca. Se la entregan a los técnicos para su estudio y, pasado un tiempo, estos dicen a la dirección de la empresa que han descubierto cómo funciona. La pregunta lógica puede ser: “Bien, pero ¿para qué sirve?”. Los técnicos contestan que no se les ha ocurrido esta pregunta y que no pueden contestarla mientras no conozcan los planes del competidor. La dirección puede replicar que es inútil saber cómo trabaja la máquina si no se sabe para qué sirve.

La ciencia moderna está en esta situación. Está avanzando en el proceso de descubrir cómo funciona el universo, pero ni siquiera se ha preguntado para qué está. Si el universo nos resulta demasiado extenso para considerarlo en su totalidad, podemos pensar en estudiar el sistema solar .... ¿Quién se pregunta para qué sirve esta importante pieza mecánica? El mismo hombre es otra máquina construida perfectamente, más próxima a nosotros que cualquier otra. ¿Nos preguntamos nosotros mismos para qué sirve este ingenioso aparato?

Hombres y sociedades, científicos y no científicos, intentan correr el velo que oculta el futuro. Todos estamos de acuerdo en que la humanidad está en una seria crisis y hasta se llega a dudar de que pueda sobrevivir. En todos estos estudios, es difícil ver por algún sitio que alguien se dé cuenta de que la primera pregunta a plantear es si la existencia de la Tierra y de la humanidad, que la ocupa, sirve para alguna finalidad útil o no. Es raro, porque estamos haciendo constantemente esta pregunta para entidades secundarias, como organizaciones humanas, y actividades similares. Sin duda, nos encontramos satisfechos de nuestra actitud utilitarista y estamos dispuestos a despreciar y rechazar cualquier cosa que no tenga una finalidad útil, y nos sentimos orgullosos de la capacidad del hombre para convertir los recursos naturales en algo útil.

La vida de la Tierra es increíblemente compleja. Es un mecanismo tan ingenioso por su capacidad (no sólo para su propio mantenimiento, sino para evolucionar a estados más complejos), que es verdaderamente asombroso que nadie se haya preguntado para qué sirve. ¿Cuál es el sentido y el significado de la vida en la Tierra en general y de la vida humana en particular?

Esta podría ser una pregunta lógica y natural, pero, cuando nos preguntamos por qué no se le ocurre a toda persona que piensa, entramos en lo más profundo de nuestra situación humana. Estamos tan enfrascados en nuestros problemas objetivos que no nos paramos a reflexionar en una pregunta objetiva: ¿Para qué existo?

Haciendo un mundo nuevo
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