lunes, julio 24, 2006

Aldous Huxley: Sum & Substance Part I
Tenali Rama and the Thieves

domingo, julio 23, 2006

Vajrasattva Mantra (Short Version)

miércoles, julio 19, 2006

You are the world
Jiddu Krishnamurti - Learning to Live, Learning to Die

domingo, julio 16, 2006

Sobre las doctrinas secretas de las grandes religiones VI (final)


Tales son las razones que justifican la necesidad de un aspecto oculto en todas las religiones. Cuando de la teoría se pasa a los hechos, ocurre naturalmente preguntar: ¿Ha
existido este aspecto Oculto en el pasado, formando parte de las religiones del mundo? La contestación debe darse inmediatamente y sin vacilar en sentido afirmativo; toda gran religión ha tenido una doctrina secreta, declarándose el depósito del conocimiento místico teórico y del conocimiento místico práctico u oculto. La explicación mística de la enseñanza popular era pública, y se presentaba en alegorías, dando un significado aceptable a las toscas narraciones ya las pueriles y poco racionales historias. Tras del misticismo teórico, como igualmente tras del misticismo popular, existía el misticismo práctico; una enseñanza espiritual oculta, la cual se comunicaba solamente bajo condiciones definidas, condiciones conocidas y públicas, que cada candidato tenía que cumplir. San Clemente de Alejandría menciona esta división de los Misterios. "Después de la purificación –dice-, vienen los Misterios Menores, en los cuales hay algún fundamento de instrucción y de preparación que sirven de preliminar para lo que ha de venir después: los Grandes Misterios, en los cuales nada se deja de enseñar acerca del universo, quedando sólo el contemplar y comprender la naturaleza de las cosas".
Imposible es disputar esta actitud a las antiguas religiones. Los Misterios de Egipto fueron la gloria de aquel país, adonde se dirigían los hijos más esclarecidos de Grecia, tales como Platón, para ser iniciados en Sais y en Tebas por los Maestros de Sabiduría. Los Misterios de Mithra en Persia, los Misterios de Orfeo y de Baco, los Misterios Menores de Eleusis, y los de Samotracia, de Escitia, y de Caldea, son conocidos y aun familiares, al menos en el nombre. El valor de los Misterios Eleusinos, a pesar de su extrema atenuación, fue grandemente alabado por los hombres más eminentes de Grecia, tales como Píndaro, Sófocles, Isócrates, Plutarco y Platón.
[…] Estas doctrinas se explicaban así en los Misterios: "la emanación de todas las cosas del Uno, su vuelta hacia el Mismo, y la completa dominación de El".
Annie Besant
Cristianismo Esotérico

martes, julio 11, 2006

Morir inmediatamente

Preguta: ¿Cómo sucede eso de morir de manera inmediata?
Krishnamurti: Es bastante sencillo. Por ejemplo, morir inmediatamente a un placer. Usted tiene un placer, el de fumar o cualquier otro. Simplemente muera para él, sin disputa, sin motivo, sin miedo, sin juicio, sin control... Morir para un placer, sin disputa, sin motivo, eso es lo que va usted a hacer cuando muera. No puede discutir con la muerte. De modo que si muere usted para un deseo, para un placer, sin reaccionar, sin caer en la desesperanza, sabrá lo que significa morir inmediatamente a toda su compleja y contradictoria existencia

Sobre las doctrinas secretas de las grandes religiones V


Hay todavía otra razón para que la enseñanza esotérica sea necesaria respecto a cierta clase de verdades. Es un hecho evidentísimo, en lo que se refiere a esta clase, que "saber
es poder." La pública promulgación de una filosofía profundamente intelectual, suficiente para educar inteligencias altamente desarrolladas, y para atraer las mentes elevadas, no puede perjudicar a ninguno. Puede predicarse sin vacilación, pues no atrae al ignorante, el cual se aparta de ella considerándola seca, dura y sin interés. Pero hay enseñanzas que tratan de la constitución de la naturaleza, que explican leyes recónditas y arrojan luz en procesos ocultos, cuyo conocimiento implica dominio sobre energías naturales, a quienes se puede dirigir a ciertos fines, como lo hace el químico con el producto de los elementos con que trabaja. Semejante conocimiento puede ser muy útil a los hombres de gran desarrollo, aumentando su capacidad para servicio de la especie humana. Pero si este conocimiento se hiciese público, podría ser y sería mal empleado, como lo fue el conocimiento de venenos sutiles en la Edad Media por los Borgias y otros. Pasaría a manos de gente de inteligencia poderosa, pero de deseos no refrenados, hombres impelidos por instintos de separatividad, que buscan el beneficio de sus yo separados, y a quienes nada importa el bien común. Estos serían atraídos por el deseo de obtener poderes que los elevasen por encima del nivel general, poniendo a merced suya a la humanidad ordinaria, y se lanzarían a adquirir los conocimientos que colocan a sus poseedores en una jerarquía sobrehumana. Con su posesión se harían aún más egoístas, afirmándose en sus sentimientos de separación; su orgullo sería alimentado, y su inclinación al apartamiento se pronunciaría más; y de este modo serían inevitablemente impelidos en la senda diabólica, el Sendero de la Izquierda, cuya meta es el aislamiento y no la unión. Y no sólo se perjudicarían ellos en su naturaleza interna, sino que se convertirían en una amenaza para la Sociedad, que ya sufre bastante por obra de los que tienen más desarrollada la inteligencia que la moral. De aquí arranca la necesidad de conservar ciertas enseñanzas ocultas para aquellos que moralmente no están aún en disposición de recibirlas, y esta necesidad se impone a los Instructores que pueden comunicar semejantes conocimientos.
Ellos desean darlos a los que están dispuestos a emplear los poderes que confieren, en pro del bien general, para apresurar la evolución humana, pero se retraen de comunicarlos a quienes los habrían de aplicar en su propio engrandecimiento y a costa de los demás.
Annie Besant
Cristianismo Esotérico

viernes, julio 07, 2006

Sobre las doctrinas secretas de las grandes religiones IV


De este modo nos encontramos con una situación tal, que no puede haber una sola y misma enseñanza religiosa ni aún para una misma nación, y, por tanto, menos aún para una civilización ni para el mundo todo. Si no hubiese más que una enseñanza, un gran número de aquellos a quienes se dirige escaparían a su influencia. Si se hace a propósito para los de inteligencia limitada, de moralidad elemental, de percepción obtusa, a fin de auxiliarles y educarles de suerte que pueda evolucionar, se dará una religión por completo inservible: para aquellos hombres que, viviendo en la misma nación y formando parte de la misma sociedad, tengan percepciones morales finas y delicadas, una inteligencia brillante y sutil y una espiritualidad desarrollada. Pero si, por el contrario, esta última clase es la que ha de ser ayudada, si se da a la inteligencia una filosofía que pueda considerar admirable, si las percepciones morales delicadas han de refinarse más, si los albores de la naturaleza espiritual han de llegar a la plenitud del día perfecto, entonces la religión será tan espiritual, tan intelectual y moral, que al ser predicada a la otra clase, no hará mella alguna ni en sus mentes ni en sus corazones; será para ellos una serie de frases sin sentido, incapaces de despertar sus inteligencias embrionarias, ni de darles motivo alguno para una conducta que les ayude a desarrollar una moralidad más pura.
Considerando, pues, estos hechos respecto de la religión, teniendo en cuenta su objeto, sus medios, su origen, la naturaleza y diversidad de necesidades de las gentes a quienes se dirige, reconociendo la evolución de las facultades espirituales, intelectuales y morales del hombre, y la necesidad de que cada cual sea educado con arreglo al estado de evolución que ha alcanzado, tenemos como consecuencia inevitable, que forzosamente se requiere una enseñanza religiosa, diversa y graduada que responda a las diferentes exigencias y auxilie a cada hombre conforme a su estado anímico.
Annie Besant
Cristianismo esotérico

jueves, julio 06, 2006

Sobre las doctrinas secretas de las grandes religiones III


Esta idea ha sido explayada por M. Andrew Lang; quien, a juzgar por su libro The Making of Religion, debe ser clasificado entre los religiólogos comparativos en lugar de
entre los mitólogos comparativos. Señala la existencia de una tradición común, la cual, dice, no ha podido ser evolucionada por los salvajes mismos, por ser hombres cuyas creencias ordinarias son de las más rudas y cuyas mentes están poco desarrolladas. Las deidades que adoran son, en su mayor parte, verdaderos demonios; pero detrás de esto, más allá de todo esto, existe una Presencia nebulosa, pero superior, pocas veces o nunca nombrada, pero que se vislumbra como origen de todo, como poder, amor y bondad, demasiado amante para causar terror, demasiado buena para necesitar súplicas. Es evidente que semejantes ideas no pueden haber sido concebidas por los salvajes entre los cuales se encuentran, y son testigos elocuentes de las revelaciones de algún gran. Instructor -de quien generalmente puede también descubrirse alguna tradición confusa que fue un Hijo de la Sabiduría y que comunicó algunas de las enseñanzas en una época remotísima.
La razón y verdaderamente, la justificación del punto de vista de los mitólogos comparativos, es patente. Encuentran en todas direcciones formas inferiores de creencias religiosas existentes en tribus salvajes, formas que se ven acompañadas de la falta general de civilización. Considerando al hombre civilizado como evolucionado del salvaje, ¿qué cosa más natural que atribuir la religión civilizada a una evolución de la no civilizada ? Esta es la primera idea evidente. Sólo un estudio ulterior más profundo puede demostrar que los salvajes de hoy no son el tipo de nuestros antecesores, sino la descendencia degenerada de grandes troncos civilizados de antaño, y que el hombre en su infancia no fue abandonado para que creciera sin educación, sino que fue criado y enseñado por sus hermanos mayores, que fueron sus primeros guías, así en lo que se refiere a la religión, como a la civilización en general. Esta opinión se halla sustanciada por hechos como los que Lang aduce, dando margen a la cuestión: ¿Quiénes eran esos hermanos mayores de quienes habla la tradición en todas partes? Avanzando más en nuestra investigación, tropezamos luego con esta otra cuestión: ¿A qué gentes se dieron las religiones? Y aquí nos encontramos desde luego con la dificultad con que ha tenido que tropezar todo fundador de una religión, dificultad que se refiere al objeto primario de la religión misma, el apresuramiento de la evolución humana, con su corolario de que todos los grados de la humanidad en evolución debían tenerse en cuenta por él. Los hombres se hallan en todos los grados desarrollados; hay hombres de inteligencia elevada, pero también los hay de una mentalidad de las menos desarrolladas; en un sitio encuéntrase una civilización compleja y altamente evolucionada, en otro una constitución sencilla y ruda. Aun en medio de una misma civilización, se ven los tipos más variados, los más ignorantes y los más educados, los más pensadores y los más superficiales, los más espirituales y los más abyectos, y, sin embargo, a cada uno de estos tipos hay que llegar, y cada uno tiene que ser auxiliado tal como es. Si la evolución es una verdad, esta dificultad es inevitable, y el Instructor divino tiene que hacerle frente y resolverla, porque de lo contrario su obra resultaría un fracaso. Si el hombre evoluciona como evoluciona todo lo que le rodea, estas diferencias de desarrollo, estos diversos grados de inteligencia, tienen que ser una característica de la humanidad en todas partes, y cada religión del mundo debe atender a ella.
Annie Besant
Cristianismo Esotérico

domingo, julio 02, 2006

Sobre las doctrinas secretas de las grandes religiones II


La cuestión que después se nos presenta en nuestro estudio es: ¿Cuál es el origen de las religiones? A esta pregunta se han dado dos contestaciones en los tiempos modernos: la de los autores de mitología comparada y la de los que se inspiran en la comparación de las religiones positivas. Unos y otros apoyan sus contestaciones en el mismo fundamento de hechos admitidos. La investigación ha probado de un modo incuestionable, que las religiones del mundo son, de un modo notorio, similares en sus enseñanzas principales, en la ostentación de poderes sobrehumanos y de una elevación moral extraordinaria de sus fundadores, en sus preceptos éticos, en el empleo de medios para ponerse en contacto con los mundos invisibles y en los símbolos con que expresan sus creencias fundamentales. Esta semejanza, que en muchos casos llega a la identidad, prueba, según ambas escuelas, un origen común.
Pero sobre la naturaleza de este origen común están en desacuerdo las dos escuelas. Los mitólogos sostienen que el origen común es la común ignorancia, y que las doctrinas religiosas más elevadas son sencillamente expresiones refinadas de las crudas y bárbaras conjeturas de salvajes, de hombres primitivos, al considerarse a sí mismos ya lo que les rodeaba.
Animismo, fetichismo, culto de la naturaleza, culto del sol; éstos son los constituyentes de la primitiva arcilla, de la cual se ha desarrollado el lirio espléndido de la religión. Krishna, Buda, Lao- Tse, Jesús, son, aunque altamente civilizados, los descendientes directos de los curanderos rotativos de las primitivas tribus salvajes. Dios es una fotografía compuesta de los innumerables dioses que personificaban las fuerzas de la naturaleza y así sucesivamente.
Todo esto se resume en la frase: Las religiones son ramas de un tronco común: la ignorancia humana.
Los religiólogos consideran, por su parte, que todas las religiones han tenido su origen en las enseñanzas de Hombres Divinos que dan de tiempo en tiempo a las diferentes naciones del mundo aquella parte de las verdades fundamentales de la religión que las gentes son capaces de asimilar, enseñando siempre la misma moralidad, inculcando el empleo de medios semejantes, aplicando los mismos y significativos símbolos. Las religiones salvajes -el animismo y las demás- son degeneraciones, los resultados de la decadencia, descendientes desfigurados y empequeñecidos de verdaderas creencias religiosas. El culto del sol y las formas puras del culto a la naturaleza fueron en su tiempo religiones nobles, altamente alegóricas, y llenas de profunda verdad y conocimiento.
Los grandes Instructores -según se alega por los indos, por los budistas y por algunos religiólogos, tales como los teósofos- constituyen una perenne Fraternidad de hombres que se han elevado por encima de la humanidad, que aparecen en ciertas épocas para iluminar al mundo y que son los custodios espirituales de la raza humana. Esta opinión puede resumirse en la frase: “Las religiones son ramas de un tronco común: la Sabiduría Divina”.
Esta Sabiduría Divina es llamada la Sabiduría, la Gnosis, la Teosofía, y algunos hombres, en diferentes épocas del mundo, han querido determinar de tal modo su creencia en esta unidad de las religiones, que han preferido el nombre ecléctico de teósofos a cualquiera otra designación más estrecha.
El valor relativo de la contienda de estas dos opuestas escuelas debe juzgarse por la fuerza de las pruebas que cada una aduce. La apariencia de la forma degenerada de una noble idea puede asemejarse mucho a la del producto refinado de una idea grosera, y el único método para decidir entre la degeneración y la evolución, sería el examen, a ser posible, de antecesores remotos intermedios. Las pruebas que presentan los creyentes en la Sabiduría, son de esta clase: que los fundadores de las religiones, juzgados por los anales de sus enseñanzas, estaban muy por encima del nivel de la humanidad ordinaria; que las Escrituras de las religiones contienen preceptos morales, ideales sublimes, aspiraciones poéticas, declaraciones filosóficas profundas, a las que ni tan siquiera pueden compararse en hermosura y elevación los escritos posteriores de las mismas religiones; esto es, que lo antiguo es más elevado que lo nuevo, en vez de ser lo contrario; que no puede mostrarse caso alguno del proceso refinador y progresivo, que se dice es el origen de las religiones actuales, al paso que pueden exhibirse muchos ejemplos de degeneración de enseñanzas puras; que aun entre los salvajes, si sus religiones se estudiasen con cuidado, se encontrarían muchas huellas de ideas elevadas, ideas que desde luego se vería que están por encima de la capacidad productora de los salvajes mismos.
Annie Besant
Cristianismo Esotérico
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