viernes, julio 07, 2006

Sobre las doctrinas secretas de las grandes religiones IV


De este modo nos encontramos con una situación tal, que no puede haber una sola y misma enseñanza religiosa ni aún para una misma nación, y, por tanto, menos aún para una civilización ni para el mundo todo. Si no hubiese más que una enseñanza, un gran número de aquellos a quienes se dirige escaparían a su influencia. Si se hace a propósito para los de inteligencia limitada, de moralidad elemental, de percepción obtusa, a fin de auxiliarles y educarles de suerte que pueda evolucionar, se dará una religión por completo inservible: para aquellos hombres que, viviendo en la misma nación y formando parte de la misma sociedad, tengan percepciones morales finas y delicadas, una inteligencia brillante y sutil y una espiritualidad desarrollada. Pero si, por el contrario, esta última clase es la que ha de ser ayudada, si se da a la inteligencia una filosofía que pueda considerar admirable, si las percepciones morales delicadas han de refinarse más, si los albores de la naturaleza espiritual han de llegar a la plenitud del día perfecto, entonces la religión será tan espiritual, tan intelectual y moral, que al ser predicada a la otra clase, no hará mella alguna ni en sus mentes ni en sus corazones; será para ellos una serie de frases sin sentido, incapaces de despertar sus inteligencias embrionarias, ni de darles motivo alguno para una conducta que les ayude a desarrollar una moralidad más pura.
Considerando, pues, estos hechos respecto de la religión, teniendo en cuenta su objeto, sus medios, su origen, la naturaleza y diversidad de necesidades de las gentes a quienes se dirige, reconociendo la evolución de las facultades espirituales, intelectuales y morales del hombre, y la necesidad de que cada cual sea educado con arreglo al estado de evolución que ha alcanzado, tenemos como consecuencia inevitable, que forzosamente se requiere una enseñanza religiosa, diversa y graduada que responda a las diferentes exigencias y auxilie a cada hombre conforme a su estado anímico.
Annie Besant
Cristianismo esotérico
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