EL FUTURO
Hoy es lo que es porque ayer fue lo que fue, y si hoy es como ayer mañana será como hoy. Si ustedes quieren que mañana sea diferente deben hacer que hoy sea diferente. Si hoy no es sino una consecuencia de ayer, mañana a su vez no será sino una consecuencia de hoy. Y si alguien ha estudiado a fondo lo que ha sucedido ayer, antes de ayer, hace una semana, un año, diez años, puede entonces sin riesgos de error decir qué sucederá y qué no sucederá mañana. Pero hoy día no tenemos suficientes elementos a nuestra disposición como para discutir seriamente este problema. Lo que ocurre o lo que puede ocurrimos depende de una u otra de estas tres causas: el accidente, el destino o nuestra propia voluntad. Tal como somos nos encontramos casi completamente a merced del accidente. No podemos tener destino en el verdadero sentido de la palabra, así como no podemos tener voluntad. Si tuviésemos voluntad, por este solo hecho seríamos capaces de conocer el futuro. Porque nos sería posible el construir nuestro futuro, y hacerlo tal como lo queremos. Si tuviésemos un destino, podríamos también conocer el futuro porque el destino corresponde al tipo. Si se conoce el tipo entonces su destino también puede conocerse, es decir, a la vez su pasado y su futuro. Pero los accidentes siguen siendo imprevisibles. Hoy día un hombre es de una manera, mañana es diferente; hoy día le sucede una cosa, mañana otra.
—¿Pero no puede usted prever lo que nos va a suceder? preguntó uno. ¿No ve con anticipación los resultados que cada uno de nosotros conseguirá trabajando sobre sí, y si vale acaso la pena que uno emprenda este trabajo?
—Es imposible decirlo, dijo G. Sólo se puede predecir el futuro de hombres. El futuro no puede ser predicho para máquinas locas. Su dirección cambia en cada momento. En un momento dado una máquina de éstas va en una dirección, y ustedes pueden calcular a dónde puede llegar, pero cinco minutos más tarde ésta se precipita en una dirección completamente diferente y todos sus cálculos probarán ser falsos. Asimismo, antes de hablar de predecir el futuro es necesario saber de quién se trata. Si un hombre quiere prever su propio futuro, debe ante todo conocerse a sí mismo. En seguida verá si vale la pena conocer su futuro. En ocasiones tal vez le será preferible no conocerlo.
No vale la pena conocer el futuro sino cuando un hombre puede ser su propio amo.
"Hubo también una pregunta sobre la vida futura: ¿cómo crearla, cómo evitar la muerte final, cómo no morir?
"Para esto es indispensable «ser». Si un hombre cambia a cada instante, si no hay nada en él que pueda resistir a las influencias exteriores, esto quiere decir que nada en él puede resistir a la muerte. Pero si llega a ser independiente de las influencias exteriores, si aparece en él «algo» que pueda vivir por si mismo, este «algo» puede no morir.
—¿Pero no puede usted prever lo que nos va a suceder? preguntó uno. ¿No ve con anticipación los resultados que cada uno de nosotros conseguirá trabajando sobre sí, y si vale acaso la pena que uno emprenda este trabajo?
—Es imposible decirlo, dijo G. Sólo se puede predecir el futuro de hombres. El futuro no puede ser predicho para máquinas locas. Su dirección cambia en cada momento. En un momento dado una máquina de éstas va en una dirección, y ustedes pueden calcular a dónde puede llegar, pero cinco minutos más tarde ésta se precipita en una dirección completamente diferente y todos sus cálculos probarán ser falsos. Asimismo, antes de hablar de predecir el futuro es necesario saber de quién se trata. Si un hombre quiere prever su propio futuro, debe ante todo conocerse a sí mismo. En seguida verá si vale la pena conocer su futuro. En ocasiones tal vez le será preferible no conocerlo.
No vale la pena conocer el futuro sino cuando un hombre puede ser su propio amo.
"Hubo también una pregunta sobre la vida futura: ¿cómo crearla, cómo evitar la muerte final, cómo no morir?
"Para esto es indispensable «ser». Si un hombre cambia a cada instante, si no hay nada en él que pueda resistir a las influencias exteriores, esto quiere decir que nada en él puede resistir a la muerte. Pero si llega a ser independiente de las influencias exteriores, si aparece en él «algo» que pueda vivir por si mismo, este «algo» puede no morir.
FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA
P. D. OUSPENSKY
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