jueves, enero 24, 2008

EL DÍA DEL NO LUGAR

Me parto el lomo trabajando diez horas diarias en la oficina y tengo hijos que criar y mantener, son tiempos rápidos, difíciles, que requieren conocimientos que sirvan para volvernos competitivos; si no estás muerto. Llego cansado de la oficina y lo menos que haré es leer un libro y aburrirme. Yo quiero entretenerme, ver Ventaneando, saber quién es el ganador en el Next American Idol. ¿Libros, conciertos, galerías, teatro, sirven para algo?”.
Algún hombre llamado Rolando Lazarte piensa que sí, que nos devuelven esa parte de nosotros mismos que se evapora al intentar llevarla… al mercado. “El arte… vence la necesidad”. La filosofía práctica también.
Es válido responder al argumento del buen hombre trabajador, diciendo que el arte y la filosofía son esos estado en donde vive lo que el día mata con sus pistolas de horario de oficina, donde los hombres y mujeres, en esencia, persisten para no volverse zombis totales, para no disolverse en impersonales átomos del hato. ¿Se le pude decir a quien vive para sobrevivir que en el juego de los sobre-horarios en el que tan bien lo hacen casar como un tornillo más de la maquinaria, las razones más dignas de ser humano dejan pistas esparcidas entre el caos de papeles de escritorio, huellas en las tazas del café, guiños en los monitores de la compu, y que existe la remoooooota posibilidad de que una de esas secuencias de pistas y huellas y guiños se geste de vez en cuando y se materialice en el llamado arte, o que se esconda en la filosofía: los entre-líneas de la vida, los entre-latidos, los entre-pasos, los entre-lógicas, los entre-tiempos, los entre-espacio por excelencia?
Rolando Lazarte: “El día del no lugar es un lugar donde se puede habitar”.
Porque la filosofía y el arte son acción, expresión, juego, pulpa nacida del vacío existencial, ecos de los sentimientos de los hombres, magia, sacerdocio, la salvación del hombre de oficina, y no necesita sitios aparte, porque abarca al humano entero con todos sus lugares y momentos: cosa de chamanes.
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