jueves, septiembre 11, 2008


Pero has caído en un género difícil de vida y sin saberlo tú la fortuna, o pública o privada, te tendió un lazo que no puedes ni desatar ni romper. Considera que los presos al principio soportan mal los pesos y cadenas que impiden sus pasos, pero cuando se proponen no indignarse contra ellos, sino soportarlos, la necesidad les enseña a llevarlos con fortaleza y la costumbre con facilidad. En cualquier género de vida encuentras placeres, compensaciones y deleites, si quieres pensar que los males son leves mejor que hacerlos insoportables. Por ningún título se nos hizo tan acreedora la naturaleza como por haber encontrado, sabiendo las desgracias para las que nacíamos, un alivio a las calamidades en la costumbre, convirtiendo pronto en familiares las más pesadas. Nadie resistiría si las cosas adversas tuvieran la misma fuerza al hacerse asiduas que en el primer choque. Todos estamos atados a la fortuna, unos con cadena dorada y floja, otros con estrecha y fea, pero ¿qué más da? En la misma cárcel estamos todos y también son presos los mismos que aprisionaron, a no ser que pienses que es más liviana la cadena en la mano izquierda. A unos atan los honores; a otros las riquezas; a unos agobia la notoriedad, a otros, la bajeza; unos doblegan la cabeza a la tiranía ajena; otros a la propia; a unos los detiene en un lugar el destierro, a otros el sacerdocio. Toda la vida es servidumbre. Hay que acostumbrarse, por lo tanto, a la condición propia y, sin quejarse de ella lo más mínimo, aprovechar la comodidad que se tenga alrededor; nada hay tan acerbo en que no encuentre consuelo un ánimo ecuánime. Muchas veces
áreas pequeñas quedaron abiertas para muchos usos por el arte del arquitecto y aunque el lugar sea angosto, lo hace habitable una buena disposición. Usa de tu razón en las dificultades; pueden suavizarse las cosas duras y ampliarse las estrechas y abrumar menos las pesadas, si se saben llevar.
Séneca
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