miércoles, agosto 09, 2006

Anécdotas zen


Hui-k'o pidió a Bodhidharma una y otra vez que lo instruyera, pero siempre era rechazado. Sin embargo, continuó sentado meditando fuera de la caverna esperando pacientemente en la nieve con la esperanza de que Bodhidharma por último cediera. Desesperado, al final se cortó su brazo izquierdo y se lo presentó a Bodhidharma como testimonio de su angustiada sinceridad. Entonces Bodhidharma por fin le preguntó qué quería.
-No tengo paz en mi espíritu -dijo Hui k'o-. Te ruego que lo pacifiques.
-Trae tu espíritu aquí y ponlo ante mí -replicó Bodhidharma- y te lo apaciguaré.
-Pero cuando busco mi espíritu no lo encuentro -dijo Hui- k'o.
-Ahí tienes -replicó en seguida Bodhidharma-. Ya he apaciguado tu espíritu.
***
La mayor parte de la literatura zen consiste en estas anécdotas, muchas de ellas mucho más enigmáticas que ésta. Su finalidad es siempre precipitar en la mente del que pregunta cierto tipo de súbita conciencia, o poner a prueba la hondura de su penetración. Por ello estas anécdotas no pueden ser explicadas sin echar a perder su efecto. En algunos aspectos son como los chistes que no produden el efecto buscado cuando para que produzcan risa hay que explicarlos. Hay que comprenderlos en seguida o nada.
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Tao-hsin preguntó s Seng-ts'an:
-¿Cuál es el método de la liberación?
-¿Quién te tiene atado? -replicó Seng-ts'an.
-Nadie me tiene atado.
-Entonces -preguntó Seng-ts'an- ¿por qué buscas liberarte?
El camino del Zen
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