sábado, abril 29, 2006

Atma-Vidyâ 3


Entre los centenares que en Occidente se llaman ocultistas, no hay ni media docena que tengan ni siquiera idea aproximada de la genuina naturaleza de la ciencia que tratan de dominar. Con pocas excepciones, están todos en pleno camino de la hechicería; pero dejémoslos restablecer algún tanto el orden en aquel caos que predomina en su mente, antes que protesten contra esta afirmación. Que conozcan primero la verdadera relación entre las ciencias ocultas y el Ocultismo, así como la diferencia entre una y otro, y entonces se indignarán si todavía creen estar en lo cierto. Entretanto, digámosles que el Ocultismo difiere de la magia y demás ciencias ocultas como el esplendente sol difiere de un candil, y como el inmutable e inmortal espíritu del hombre (reflejo del absoluto, infinito y desconocido TODO ) difiere de la mortal arcilla del cuerpo humano.
En nuestra refinada civilización occidental, donde las lenguas modernas han ido evolucionando con la formación de palabras expresivas de nuevas ideas y pensamientos, no se sentía la necesidad de nuevos vocablos para expresar conceptos que tácitamente se tildaban de "supersticiones", pues toda nueva modalidad mental aparecía materializada en la fría atmósfera del egoísmo de Occidente y el incesante afán tras los dioses de este mundo. Dichos vocablos únicamente hubieran podido expresar ideas que a duras penas eran capaces de albergar en su mente los hombres cultos, para quienes la magia es sinónimo de prestidigitación; la hechicería equivalente a crasa ignorancia y el Ocultismo la triste reliquia de los desequilibrados filósofos medievales del fuego, como Jacobo Boehme y Saint Martin; expresiones todas que se consideran más que suficientes para abarcar el campo entero de un "dedal de costura".
Tanto la palabra magia como las palabras hechicería y Ocultismo se usan en Occidente en sentido despectivo, y por lo general para designar las escorias residuales de los tiempos del oscurantismo y los perversos siglos del paganismo. Por lo tanto, no hay en nuestro idioma palabras que definan y maticen la diferencia entre las referidas facultades anormales, o entre las ciencias que conducen a su adquisición, con la exactitud y fijeza con que las definen y matizan los idiomas orientales y sobre todo el sánscrito. Si las autoridades reconocidas en la materia dan a las palabras "milagro" y "hechizo" el mismo significado, en cuanto les atribuyen la idea de operar prodigios quebrantando las leyes de la naturaleza (!) , ¿qué significarán para quienes las oyen o pronuncian? El cristiano, no obstante "quebrantar las leyes de la naturaleza" al creer firmemente en milagros, porque dice que los obró Dios por medio de Moisés, desdeñará los hechizos o encantamientos de los magos de Faraón, o los atribuirá al demonio.
Nuestros piadosos enemigos relacionan al demonio con el Ocultismo, mientras que sus impíos adversarios, los infieles, se ríen de Moisés, de los magos y de los ocultistas, y se sonrojarían de prestar seria atención a semejantes "supersticiones". Todo esto ocurre por no haber adecuadas palabras para expresar la diferencia entre lo sublime y verdadero y lo absurdo y ridículo, ni señalarse los claroscuros límites que los separan. Lo absurdo y ridículo son las teológicas interpretaciones que hablan del "quebrantamiento de las leyes de la naturaleza" por el hombre, Dios o el demonio. Lo sublime y verdadero son los científicos milagros y encantamientos de Moisés y los magos, de conformidad con las leyes naturales. Tanto Moisés como los magos egipcios estaban versados en la sabiduría aprendida en los santuarios (que eran las academias y corporaciones científicas de aquellos días) y en el verdadero Ocultismo.
La palabra Ocultismo induce seguramente a error, tal como está traducida de la palabra compuesta Gupta-Vidya, que significa "conocimiento secreto". Pero ¿conocimiento de qué? Algunos términos sánscritos nos ayudarán a responder.
Entre otros muchos nombres de la diversas clases de ciencia esotérica que aparecen en los Puranas esotéricos, citaremos por más notables los cuatro siguientes:

1) Yajña-Vidya. es el conocimiento de las ocultas fuerzas de la naturaleza, puestas en acción por la práctica de ciertos ritos y ceremonias religiosas.

2) Mahâvidyâ, que significa "gran conocimiento". Es la magia de los cabalistas y del culto tántrico, aunque suele degenerar en hechicería de la peor especie.

3) Guhya Vidyâ, o conocimiento de las mismas fuerzas del sonido (éter); y por lo tanto, de los mantras cantados en las oraciones y encantamientos, cuya eficacia depende del ritmo y la melodía. También se define diciendo que es una práctica mágica fundada en el conocimiento y correlación de las fuerzas de la naturaleza.

4) Atma-Vidyâ, que los orientalistas traducen literalmente por "Conocimiento del alma" o verdadera Sabiduría, pero que significa mucho más.

El Atma-Vidya es la única clase de Ocultismo a que debe aspirar todo prudente e inegoísta teósofo admirador de Luz en el Sendero. Las demás modalidades de Ocultismo son ramificaciones de las ciencias ocultas, esto es, artes basadas en el conocimiento de la última esencia de todas las cosas en los reinos de la naturaleza (mineral, vegetal y animal) . Quien conoce esta última ciencia conoce también el reino material de la naturaleza, por invisible que sea dicha esencia y por mucho que hasta ahora haya escapado a las investigaciones científicas.
La alquimia, astrología, fisiología oculta y quiromancia tienen su razón de ser en la naturaleza, y las ciencias que acaso por su inexactitud se llaman exactas en esta época de paradójicas filosofías han descubierto algunas de estas artes. Pero la clarividencia, simbolizada en la India por el "Ojo de Siva" y llamada en el Japón "Visión infinita", no es el hipnotismo, ni el mesmerismo, ni se adquiere por medio de tales artes. Todas las demás modalidades del ocultismo pueden dominarse y obtener de ellas resultados buenos, malos o indiferentes; pero el Atma-Vidya no les da mucho valor, pues a todas incluye y aun a veces las utiliza con benéficos propósitos después de eliminar las escorias y tener cuidado de que no quede ni el menor elemento egoísta.
Expliquemos la cuestión. Toda persona puede estudiar cualquiera de las mencionadas "artes ocultas" sin preparación especial, sin restringir demasiado su género de vida ni depurar gran cosa su moralidad; pero en este caso, el noventa por ciento de los estudiantes que se hayan distinguido en una razonable modalidad de magia se precipitan desaprensivamente en la negra. Pero ¿que les importa? También los vudús y los dugpas comen, beben y se alborozan en las hecatombes de víctimas de sus infernales artes, y otro tanto, en diverso sentido, hacen los amables caballeros que practican la vivisección y los hipnotizadores diplomados por las Facultades de Medicina. La única diferencia entre ambos consiste en que los vudús y los dugpas son hechiceros conscientes y los vivisectores de la taifa de Charcot y Richet lo son inconscientes.
Pero como unos y otros han de cosechar los frutos de sus acciones en el arte negra, los practicantes occidentales no dejarán de obtener gozoso provecho aunque luego reciban su castigo porque el hipnotismo y la vivisección, tal como se practican en Occidente, son pura y simple hechicería, menos el conocimiento que poseen los vudús y dugpas, y que ningún Charcot ni Richet puede adquirir en medio siglo de arduos estudios ni experimental observación. Por lo tanto, que se queden sin Atma-Vidyia o verdadero ocultismo quienes lo desdeñan para chapucear en la magia, consciente o no de su índole, y rechazan por demasiado rigurosas las reglas impuestas a los estudiantes. Dejémoslos que sean magos por cualquier medio, aunque durante las diez encarnaciones siguientes no pasen de vudús y dugpas.
Sin embargo, el interés del lector se concentrará probablemente, en quienes sienten invencible atracción hacia el Ocultismo, aunque todavía no hayan subyugado sus pasiones ni mucho menos sean verdaderamente inegoístas. ¿Cómo proceder con estos desgraciados a quienes así desgarran por mitad fuerzas antagónicas? Porque demasiadas veces se ha dicho para que haya que repetirlo, y es cosa evidente para cualquier observador, que una vez despertado de veras en el corazón del hombre el anhelo por el Ocultismo, no le queda esperanza de paz ni lugar de descanso y consuelo en el mundo. Una incesante y roedora inquietud, que no puede apaciguar, lo empuja a las más desoladas y ásperas circunstancias de la vida. Su ánimo es demasiado pasional y egoísta para permitirle el paso por las Puertas de Oro, y no halla paz ni descanso en la vida ordinaria. Así pues, ¿ha de caer inevitablemente en hechicería y magia negra y acumularse durante muchos años un karma terrible? ¿No hay otro camino?
Seguramente lo hay. No aspire a mayores cosas que las que se sienta capaz de cumplir. No eche sobre sus hombros una carga demasiado pesada. Aunque no llegue a ser un Mahatma, un Buddha o un gran santo, si estudia la filosofía y la ciencia del alma podrá ser un modesto bienhechor de la humanidad, por más que carezca de facultades "sobrehumanas", pues los siddhis o facultades del arhat se reservan únicamente para los capaces de consagrar su vida al cumplimiento al pie de la letra de los terribles sacrificios que su adquisición requiere. Ha de saber y recordar para siempre que el verdadero Ocultismo o Teosofía es la incondicional y absoluta renunciación de la personalidad en pensamiento y obra. Es altruismo, y quien lo practica queda enteramente escogido de entre las filas de los vivientes, tan luego como se entrega a la obra, porque "no vive para él sino para el mundo". Mucho se le dispensa durante los primeros años de prueba; pero tan pronto como pasa a ser discípulo "aceptado" debe desvanecer su personalidad y convertirse en una fuerza benéfica de la naturaleza. Desde entonces se abren a su paso dos caminos opuestos: ha de ascender trabajosamente, pasa a paso, durante numerosas encarnaciones, sin intervalo devacánico, por la áurea escala que conduce al arhatado; o al dar el primer paso en falso, resbalará escala abajo, rodando hasta el fondo de la magia negra.
Todo esto se ignora o se ha olvidado enteramente en nuestros días. En efecto, quien sea capaz de observar la silente evolución de las preliminares aspiraciones de los candidatos echará de ver que suelen preocuparles extrañas ideas. Los hay cuyas racionales facultades torcieron ajenas influencias hasta el punto de figurarse que las pasiones animales pueden sublimarse y elevarse de modo que todo su ardor se dirija hacia adentro, a fin de mantenerlas encerradas en el pecho hasta que, en vez de estallar su energía, se invierta en dirección a lo alto con santos propósitos; es decir, hasta que la colectiva fuerza de las reprimidas pasiones capacite al hombre para entrar en el verdadero santuario del alma y permanecer allí en presencia de su Maestro, del Yo superior. A este fin no luchan con sus pasiones ni las matan, sino que mediante un violento esfuerzo de voluntad las reprimen y mantienen en jaque, dejando sus brasas en rescoldo. Se someten gozosamente a la tortura del joven espartano que consentía que la zorra le devorase las entrañas antes que deshacerse de ella. ¡Oh, pobres ciegos visionarios! Sería esto lo mismo que si a una cuadrilla de deshollinadores, grasientos de su labor, se les encerrara en un santuario adornado de blanquísimos lienzos, y en vez de convertirlos con su contacto en un montón de sucios pingajos, se adueñaran del sagrado recinto y salieran de él tan inmaculados como los lienzos. De igual suerte cupiera imaginar que una docena de tejones encerrados en la pura atmósfera de un monasterio (dgon-pa) pudieran salir de él impregnados de los perfumes del incienso. ¡Extraña aberración de la mente humana! ¿Es posible que así sea? Discutámoslo.
En el santuario de nuestra alma, el "Maestro" es el "Yo superior", el divino Espíritu cuya conciencia deriva y se funda en la Mente (por lo menos durante la vida mental del hombre), a la que llamamos alma humana o alma personal (pues el alma espiritual es vehículo del Espíritu) . A su vez el alma personal está constituida en su aspecto superior por aspiraciones espirituales, voliciones y amor divino; en su aspecto inferior, por deseos animales y pasiones terrenas, comunicadas por su contacto con el cuerpo astral que es el asiento de todas ellas. Por lo tanto, el alma personal es el enlace o eslabón entre la naturaleza animal del hombre, que la razón procura dominar, y la naturaleza espiritual hacia la que aquella propende cuando logra ventaja en su lucha con la naturaleza animal. Esta última es la instintiva alma animal, madriguera de las pasiones que el imprudente entusiasmo arrulla en su pecho en vez de matar. ¿cómo esperar que la cenagosa corriente de la cloaca animal se convierta en el cristalino manantial de las aguas de la vida ? ¿A qué terreno neutral pueden relegarse las pasiones, sin que afecten al hombre? Las violentas pasiones de amor y lujuria se mantienen vivas en su cuna, es decir: en el alma animal porque tanto el aspecto superior como el inferior de la mente o alma humana rechazan a semejantes huéspedes, aunque no puedan evitar el rozarse con ellos como vecinos. El Yo superior o Espíritu es tan impermeable a los malos sentimientos como incapaz el agua de mezclarse con el aceite o cualquier otro líquido impuro y grasiento. El único lazo con el hombre y el Yo superior es la Mente, la única que puede contaminarse y está en incesante riesgo de que las adormecidas pasiones despierten en cualquier momento y la arrastren al abismo de la materialidad. ¿Cómo puede concertarse con la divina armonía del Yo superior, si esta armonía está quebrantada por la presencia de las pasiones animales en el santuario?
¿Cómo es posible que la armonía prevalezca y triunfe, cuando la mente está contaminada y turbada por el torbellino de las pasiones y los terrenales deseos de los sentidos corporales y del hombre astral?
Porque el cuerpo astral no es compañero del Yo superior, sino del cuerpo terreno. Es el lazo entre el manas inferior y el cuerpo físico; el vehículo de la vida transitoria, no de la inmortal. Como sombra proyectada por el hombre, sigue servil y mecánicamente sus movimientos e impulsos, propendiendo, por lo tanto, a la materia, sin ascender jamás hacia el Espíritu. La unión con el Yo superior sólo puede cumplirse cuando anulada la fuerza de las pasiones, quedan trituradas y aniquiladas en la retorta de una inflexible voluntad; cuando no sólo han muerto las concupiscencias y ansias de la carne, sino que, muerta asimismo la personalidad, se invalida el cuerpo astral, que refleja al hombre triunfante y no a la codiciosa y egoísta personalidad. Entonces el brillante Augoeides, el divino Yo, vibra en consciente armonía con los dos polos de la entidad humana: El hombre de purificada materia y la siempre pura alma espiritual. El hombre permanece en presencia y para siempre se une íntimamente con el Yo superior, con el Maestro, el Cristo de los gnósticos.
Así pues, ¿cómo le sería posible al hombre entrar por la angosta puerta "del Ocultismo", estando sus cotidianos pensamientos ligados a todas horas con las cosas terrenas, con deseo de poderío, concupiscencias, ambiciones y deberes que, si bien honrosos, no dejan de ser terrenos? Aun el amor a la familia, el más puro e inegoísta de los afectos humanos, es un obstáculo para el verdadero Ocultismo. Porque si ponemos por ejemplo el santo amor maternal o el conyugal, aún en estos mismos sentimientos analizados a fondo y enteramente cernidos, encontraremos egoísmo personal en la madre y egoísmo dual en los cónyuges. ¿Qué madre no sacrificaría sin vacilar cien y mil vidas que tuviera por el hijo de sus entrañas? ¿y qué amante marido no satisfaría los deseos de su amada esposa aun a costa de la dicha ajena?
Se nos dirá que esto es lo natural; pero, aunque lo sea según el código de los humanos afectos, no lo es según el código del divino amor universal. Porque mientras el corazón palpite de amor tan sólo por unos cuantos seres, los más queridos e inmediatos, ¿cómo podrá el resto de la humanidad estar en nuestras almas? ¿Qué resto de amor y solicitud quedará en nosotros para profesarlo a la "gran huérfana"? ¿y cómo se hará oír "la tenue y callada voz" en un alma enteramente ocupada en sus predilectos deudos? ¿Qué lugar se deja allí para las necesidades de la humanidad en conjunto, de modo que el corazón las sienta ya ellas responda fácilmente? Con todo, quien aspire a aprovecharse de la sabiduría de la mente universal, ha de lograrlo mediante la humanidad entera sin distinción de raza, temperamento, creencia, ni condición social. Sólo el altruismo, no el egoísmo, ni aun en su más noble y legítimo concepto, puede conducir al hombre a identificar su individual Yo con el Yo universal. El verdadero discípulo del verdadero Ocultismo ha de consagrarse a la obra de satisfacer las necesidades de la humanidad si quiere adquirir la Theo-Sophia o Sabiduría divina y Conocimiento.
El aspirante ha de escoger absolutamente entre la vida del mundo y la vida del Ocultismo. Inútil y vano intento es conciliarlas, porque nadie puede servir a dos señores y complacer a ambos. Nadie puede servir a su cuerpo ya su Yo superior, ni cumplir los deberes de familia, al propio tiempo que los de la humanidad entera, sin privar a una o a otra de sus derechos; porque si presta oído a la "tenue y callada voz" no podrá escuchar el clamor de sus pequeñuelos; o si atiende a las necesidades de éstos, quedará sordo a la voz de la humanidad. El casado que intentase seguir el verdadero Ocultismo práctico en vez de la filosofía teórica habría de sostener una incensante y desatentada lucha, porque continuamente vacilaría entre la voz del impersonal divino amor a la humanidad y la del amor personal y terreno, lo cual sólo podría conducirlo al fracaso en uno u otro o tal vez en ambos deberes.
No sería esto lo peor, pues quienquiera que después de haberse comprometido en el Ocultismo, ceda al halago de un amor, experimentará por casi inmediata consecuencia el verse irresistiblemente atraído del divino estado impersonal al inferior plano de materia. El deleite sensual, aún sólo de pensamiento, entraña la inmediata pérdida del discernimiento espiritual. La voz del Maestro no podrá distinguirse entre la de las pasiones, como tampoco se distinguirá la de un dugpa, porque en semejantes circunstancias no es posible distinguir lo justo de lo injusto y la sana moralidad del estéril nominalismo. El fruto del Mar Muerto es la más apropiada alegoría mística, porque se vuelve ceniza en los labios y acíbar en el corazón, resultando en "cada vez más profundas tinieblas, loco por sabiduría, culpable por inocencia, ansioso de éxtasis y desesperado por esperanza".
Pero una vez engañados y después de obrar según su engaño, muchos hombres se niegan a reconocer su error y se hunden más y más en el fango. Aunque de la intención deriva principalmente el que la magia sea blanca o negra, los resultados de la hechicería involuntaria e inconsciente no pueden por lo menos que augurar mal karma. Bastante se ha dicho en demostración de que la hechicería es toda especie de maligna influencia ejercida sobre otras personas que sufren o hacen sufrir en consecuencia. El karma es una piedra que chapoteada en las tranquilas aguas de la vida levanta ondulaciones cada vez más amplias hasta el infinito. Las causas engendradas han de producir efectos evidenciados en la justa e inquebrantable ley de retribución. Muchos de estos defectos podrían evitarse si las gentes se abstuviesen de prácticas cuya naturaleza e importancia desconocen. Nadie espere sobrellevar una carga superior a sus fuerzas y facultades. Hay magos congénitos, místicos y ocultistas de nacimiento, a causa de la directa herencia de una serie de encarnaciones y siglos de sufrimientos y fracasos. Están ya a prueba de pasiones. Ningún fuego de origen terreno
puede inflamar sus sentidos ni sus deseos. Ninguna voz humana halla respuesta en sus almas, excepto el ruidoso clamor de la humanidad. Son los únicos que tienen asegurado e1 éxito. Pero son rarísimos y pasan por las estrechas puertas del Ocultismo porque no llevan la personal impedimenta de los transitorios sentimientos humanos. Se han desprendido de los afectos de la naturaleza inferior, paralizando la animalidad astral, y ante sus pasos se abre la estrecha pero áurea puerta.
No les sucede lo mismo a quienes todavía han de llevar durante varias encarnaciones la carga de los pecados cometidos en pasadas y aun en la presente vida. A menos que procedan con suma precaución, la áurea puerta de Sabiduría puede transmutarse para ellos en la ancha puerta y el espacioso camino que "conduce a la perdición", y por la tanto "muchos son los que entran por ella". Esta ancha puerta es la de las artes ocultas practicadas con motivos egoístas, sin la restrictiva, previsora y benéfica influencia del Atma-Vidyâ.
Estamos en la edad de Kali, cuya letal influencia es mil veces más poderosa en Occidente que en Oriente. De aquí las fáciles presas que las Potestades tenebrosas hacen en este ciclo de lucha, y las muchas ilusiones en que hoy día se agita el mundo, entre ellas la relativa facilidad con que los hombres se figuran que pueden llegar a la "Puerta" y cruzar el umbral del Ocultismo sin grandes sacrificios. Tal es el sueño de algunos teósofos, inspirados por el afán de poderío y egoísmo personal; pero estos sentimientos no los conducirán a la ambicionada meta, pues como dijo uno de quien se cree que se sacrificó por la humanidad: "Estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida y pocos son los que la hallan". Tan estrecha es, en efecto, que a la simple mención de algunas de las preliminares dificultades, los espantados candidatos occidentales vuelven ]a espalda y se marchan tambaleantes y temblorosos.
Dejemos que se queden aquí, sin que su mucha flaqueza les consienta mayor intento, porque ¡ay! de ellos si al volver la espalda a la puerta estrecha, los arrastra su ansia de Ocultismo a dar un paso en dirección de las anchas y halagadoras puertas del áureo misterio que centellea a la luz de la ilusión. Los conducirá a la magia negra, y con seguridad desembocarán muy luego en el fatal camino del Infierno, a cuya entrada leyó el Dante estas palabras:

Per me si va nella città dolente
Per me si va nell`eterno dolore
Per me si va tra la perduta gente.
HPB "Ocultismo práctico"

Atma-Vidyâ 2


En Europa y América es la personalidad tan vigorosa, que cuantos profesan las letras o las artes se envidian y aun se odian mutuamente. El odio y la envidia entre los de una misma profesión han llegado a ser proverbiales, y los hombres procuran lucrar a toda costa, hasta el punto que los modales urbanos y la cortesía social no son más que una hipócrita máscara de los demonios del odio y de la envidia. En Oriente, el espíritu de la inseparabilidad se le inculca a la niñez con tanta firmeza como en Occidente el espíritu de la rivalidad. Allí no se fomenta la ambición personal ni los sentimientos y deseos egoístas. Cuando el terreno es naturalmente fértil, se cultiva en debida forma, de suerte que el niño, al llegar a hombre, está acostumbrado vigorosa y potentemente a subordinar el yo inferior al Yo superior. En Occidente predomina la creencia de que el principio guiador de la conducta es el gusto y disgusto que inspiren los demás hombres y cosas, aunque no lleguen a convertir dicho principio en norma de vida ni traten de imponerlo a nadie.
Quienes se quejan de haber aprendido poco en la Sociedad Teosófica, fijen su atención en la siguiente sentencia entresacada de un artículo publicado en la revista Path, de febrero de 1888: "En cada uno de los grados, la clave está en el mismo aspirante." No es "el temor de Dios" el principio de la Sabiduría, sino que el conocimiento del Yo es la Sabiduría misma. Al estudiante de Ocultismo que ya practica alguna de las reglas precedentes, se le representa, grande y verdadera, la respuesta del oráculo de Delfos a todos cuantos anhelaban oculta sabiduría, y que el sabio Sócrates repitió corroborándola varias veces: HOMBRE, CONÓCETE A TI MISMO.
HPB "Ocultismo práctico"

Atma-Vidyâ 1


El Ocultismo no es magia. Resulta relativamente más fácil aprender las artimañas del hechizo y los procedimientos para valerse de las sutiles pero todavía materiales fuerzas de la naturaleza física, porque muy luego se despiertan las potencias del alma animal del hombre y prontamente se desarrollan las energías actualizadas por su amor, su odio y sus pasiones. Pero esto es magia negra o hechicería, pues únicamente del motivo depende que el ejercicio de una facultad sea maligno y negra magia o bien magia blanca y provechosa. Cuando en el actuante queda la más leve huella de egoísmo, no es posible utilizar las energías espirituales, porque la intención no es absolutamente sincera, y la energía espiritual se transmutará en psíquica, obrando en el plano astral con tal vez funestos resultados.
Las potencias y energías de la naturaleza animal, lo mismo puede utilizarlas el egoísta y vengativo, que el abnegado e indulgente. Las potencias y energías del espíritu sólo cederán al ma­nejo de quien tenga perfectamente puro el corazón. Esto es magia divina.Así pues, ¿qué condiciones se requieren para ser estudiante de la Sabiduría divina? Porque conviene advertir que no es posible instrucción alguna sobre este punto a menos que durante los años de estudio se satisfagan y rigurosamente se cumplan determinadas condiciones. Éste es un requisito indispensable y sine qua non. Nadie sabrá nadar si no se arriesga en aguas profundas. Ninguna ave puede volar antes que le crezcan las alas y disponga de espacio para moverlas y de valor para lanzarse al aire. Quien quiera manejar una espada de dos filos debe saber esgrimir a la perfección el florete para no herirse, o lo que es peor, dañar a otros al primer intento.
HPB "Ocultismo práctico"

viernes, abril 21, 2006

EL BUDDHA DIJO...


El saber es buena cosa, pero no sierve para nada.

y dijo...

Si un caminante no encuentra en su camino un superior o un igual, siga solo el viaje; no vaya con ningún loco.

y dijo...

No os elevéis rebajando a los demás.

miércoles, abril 19, 2006

Mutilium Placentae

Sangrando pieles que aun no existen, pasaron sus dias las negras bestias en el abismo de una galaxia anterior.
Un Angel de mirada escarlata te busca. Esta tras de ti...
Dale de comer de tus visceras, ayudalo en su crucifixion. Ahora tiempo no hay.

A la derecha: demonios hambrientos observan los dientes de tus venas heridas.
A la izquierda, en el rincon invisible; el siniestro profeta esta jugando con las cenizas de su gangrenoide lengua.
Arriba, los cuervos abortan la mutilada placenta de una conciencia muerta.
Abajo la sangre se revuelca en el festin de la primera orgia.

LA NADA HACIENDO RUIDO

Los existencialistas/nihilistas tienen exactamente lo que se merecen.
Mientras tanto Yo Soy...
a largo plazo

martes, abril 18, 2006

Cuando uno ama, hay castidad; lo inmoral, lo que no es casto, es la falta de amor.
Krishnamurti

domingo, abril 16, 2006

ESTOY LEYENDO A...

HOWARD GARDNER, LA INTELIGENCIA REFORMULADA, y tal parece que en su prisa por hallar la multiplicidad de la inteligencia se le olvidó el Ser inteligente. “Las inteligencias son totalmente amorales y cualquiera de ellas se puede emplear de una manera constructiva o destructiva”; dice. Y pregunto: ¿Es inteligente usar estas múltiples inteligencias en forma destructiva?
Y pone un ejemplo: Goethe y Goebbels, ambos maestros de la lengua alemana; sin embargo, dice “Goethe empleaba el lenguaje para crear grandes otras de arte, mientras que Goebbels lo empleaba para generar odio”… Para mí es bien simple: uno era inteligente y el otro era un mentecato.
¿O no es verdadera inteligencia el uso que se haga de esas "múltiples inteligencias"? ¿Saber escoger los valores adecuados no es inteligencia? ¿Habrá una inteligencia coordinadora, que es la que al final lo hace a uno actuar o decidir de determinada manera, constructiva o destructivamente? ¿No será que lo que Gardner llama "Inteligencias Múltiples" son en realidad los recursos de aquélla (la persona que se es)? Después de todo ser inteligente es actuar inteligentemente para lo trascendente y no para la simple adaptación al medio, al final, es actuar de esta manera, y no el simple tener tales o cuales recursos más o menos desarrollados.
Los ocho criterios de Gardner bien pudieron ser veinte, o dos, o doce. Una camisa de fuerza es una camisa de fuerza, tenga ocho o veinte broches.
Y como ya lo dijo Krishnamurti: “La recta acción implica una acción precisa, exacta, no basada en motivo alguno; es una acción no dirigida hacia un fin, no comprometida con nada. Al comprender la recta acción, la verdadera relación, abrimos el camino a la inteligencia. No a la inteligencia del intelecto [¡Qué les parece, también Krishnamurti ya había hablado de otra inteligencia!], sino a la profunda inteligencia que no es ni suya ni mía. Esa inteligencia dispondrá la actividad que usted habrá de desarrollar para ganarse la vida; cuando existe esa inteligencia, uno puede ser jardinero, cocinero, no importa qué. Sin esa inteligencia, su medio de vida será dictado por las circunstancias.
"Hay una manera de vivir en la que no existe el conflicto [se refiere a kama-manas, o mente de deseos, que categoriza y es dual]; a causa de que no hay conflicto, hay inteligencia [Manas, e incluso Budhi o intuición], la cual le mostrará el recto modo de vivir".
Como siempre, la ciencia se aproxima, pero lo que hoy es, puede que mañana no sea, porque la ciencia moderna aún no posee la piedra de toque de los profundos conocimientos ancestrales. Al menos les indicaría la ruta para inventar otra vez la rueda.

CITANDO A...

KRISHNAMURTI:

Si amas lo que haces... no lo utilizas con el fin de satisfacer tu propia importancia.

jueves, abril 13, 2006

ESTOY LEYENDO A...

GOLEMAN, LA INTELIGENCIA EMOCIONAL...
Y francamente no encuentro expuesto nada que no haya antes visto planteado, de formas menos "científicas" --pero más profundas, integrales y detalladas-- por otros autores. ¿O de qué hablaba entonces Ouspensky en su "Psicología de la posible evolución del hombre" cuando, describiendo los 4 "centros" básicos de las funciones humanas mencionaba que cada uno estaba dividido no sólo en positivo y negativo, sino también en tres partes: mecánica, emocional e intelectual? No sólo habló de una inteligencia emocional, sino de una emoción intelectual, y escribió, en los inicios del siglo XX: "La parte emocional del centro intelectual consiste principalmente en lo que se denomina una emoción intelectual". ¿Qué hay de nuevo en Goleman?... Ah, claro, el mercadeo!!!
O como decía Blavatsky: vino viejo en odres nuevos.
Interesante, eso sí, la forma en que la ciencia se aproxima a lo esotérico y le sigue dando fundamento científico (corroborando).
Esto también ha dado pie a todo el bonito embrollo esquizoide de Gardner y las inteligencia múltiples. Pero de él opinaré luego. Mientras tanto, de Goleman me quedo con la estupenda descripción del funcionamiento MECANICO-INSTINTIVO (físiológico) del cerebro (que también debe funcionar en otros planos por igual)

Diferencia entre deseo y Voluntad

El deseo es un pedido. La Voluntad es un mandato

Varias formas de decir lo mismo

Theos penetra a Kaos para producir al Kosmos.
La vida toma forma para volverse conciencia.
La Voluntad actualizada en Leyes de la Naturaleza organiza la materia.
Todas las cosas visibles proceden de la Voluntad que las moldea.
Las Leyes de la Naturaleza son las relaciones entre la Idea Demiúrgica y sus diversas formas de manifestación.
Cada partícula de Voluntad puede sustituirse por otra de Manifestación.

Centro

Vuelvo a MÍ. A la acción que debe darse desde el conocimiento de lo Real. Lo demás son delirios de la personalidad, residuos... de la lucha en el Cielo.
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